Las ampolletas LED se han masificado por su bajo consumo energético, durabilidad y precios cada vez más asequibles, pero la necesidad de iluminar puede jugarnos en contra si no conocemos los efectos de este tipo de luz en el cuerpo.
Si en otras ocasiones hemos hablado de temperaturas de la luz, luces cálidas, frías y los peligros de la luz azul, en cuanto a ciclos del sueño y cansancio ocular, ahora sumamos la fototoxicidad de la luz azul.
Investigadores de la Agencia Nacional de Seguridad Sanitaria de la Alimentación, el Medio Ambiente y el Trabajo (Anses) de Francia, han advertido que “la exposición a una luz intensa y aguda sí es fototóxica, ya que conduce a la pérdida irreversible de las células de la retina, lo que puede conducir a una disminución de la agudeza visual”.
En este sentido, las ampolletas que tienen mayor cantidad de luz azul son las más perjudiciales, en especial para niños y adolescentes, cuyos ojos no están totalmente desarrollados y su cristalino es incapaz de filtrarla por completo.
Si bien, las pantallas de dispositivos como celulares y computadores tienen altos componentes de luz azul, su intensidad ayudaría a que sus efectos no fueran tan nocivos, eso por ello que los especialistas de Anses piden normar los límites máximos de exposición y el acceso a las lámperas, focos y linternas de luz azul intensa, que serían las fuentes más riesgosas de sobre exposición a la luz.
Ante esta problemática, la primera medida recomendada es utilizar lámparas con luz cálida, luego, no sobre iluminar los espacios y utilizar luces frías sólo en tiempos acotados para ciertas actividades.
¿Qué es la luz azul?
Para obtener una luz blanca o fría, se combina un diodo azul con una capa de fósforo amarillo. A más “fría” o blanca es la luz, mayor es la proporción de luz azul. Este tipo de luz inhibe la producción de melatonina, por lo que afecta también tu reloj biológico y puede desencadenar trastornos del sueño e incluso, aumentar los riesgos de desarrollar diabetes, al incidir en la producción de insulina.
